jueves, 29 de septiembre de 2011

INDUSTRIA: TEJIDOS Y CERAMICA


    El clima frío obligó a los Chibchas a perfeccionar las técnicas del vestido. Las mujeres, inclusive las de la alta nobleza, hilaban primorosamente el algodón y decoraban los tejidos con refinado gusto. Las mantas eran el regalo preferido en los acontecimientos sociales y religiosos, en la posesión de los caciques y con ellas amortajaban a los muertos. Jamás usaron calzado y para completar el traje se pintaban con diferentes colores como el azul que obtenían del añil y el amarillo rojizo del achiote. Se enjoyaban con aretes, collares, pectorales, brazaletes hechos de oro o de piedras de colores y huesos. La cabeza iba cubierta con gorros de algodón y tenían a gran deshonor cortarse los cabellos. 

    EXPLOTACIÓN MINERA

      Explotaron las minas de sal de Zipaquirá y Nemocón. Como elemento insustituible, la sal era solicitada por las tribus más apartadas y por ello, más que las piedras preciosas y que los tejidos, fue la fuente mayor de su economía. Para formar panes o bloques la dejaban solidificar en utensilios de barro que luego rompían. Las esmeraldas de Muzo y de Somondoco circulaban hasta en los extremos del país y se cotizaban a altos precios. El carbón para calefacción, para preparar los alimentos y evaporar la sal era extraído de Sogamoso, Tópaga y Gámeza. Aunque como orfebres ocuparon escala notable, fue a base de constancia, puesto que el oro tenían que importarlo de otros lugares. 

    LA AGRICULTURA

      La agricultura fue actividad absorbente para los Chibchas y llegaron a ser expertísimos en ella. Del maíz obtenían los más variados alimentos como la mazamorra, los bollos, la arepa y mediante el proceso de fermentación, la chicha. Cultivaron la papa, la yuca, la arracacha, los frijoles, los tomates, las auyamas, la calabaza y consumieron los frutos provenientes de los climas cálidos como la papaya, el aguacate, las guayabas, la chirimoya y la guama. El ají les sirvió como condimento y la coca para calmar el hambre. Con el tabaco se distraían y mataban los ratos de ocio. Además la coca y el tabaco fueron imprescindibles en las prácticas religiosas y de magia. Para curar las enfermedades contaron con las más variadas especies vegetales. Aún hoy, los indios conocen como nadie las propiedades curativas de las yerbas y a ellas apelan antes que a productos farmacéuticos. Para mejorar la producción se valían del regadío por el sistema de caños y mediante muros de piedra amontonaban tierra fértil para semilleros y cultivos menores. El algodón, materia prima de una de sus industrias más alabadas, debieron canjearlo con los vecinos de las tierras cálidas. La carne la obtenían de venados, peces, aves, conejos, armadillos, etc. En corrales domesticaron el curí, llamado “conejillo de Indias” y el pavo. 

    IDIOMA

      De la lectura de los cronistas se deduce que los Chibchas se expresaban con notable facilidad y que su idioma era muy rico en matices. Inclusive que cultivaban la poesía y que entonaban canciones muy parecidas a los villancicos españoles. Idearon una forma de expresarse por medio de signos y de figuras. Desafortunadamente con el tiempo y la extinción sistemática de su raza, tales sistemas de comunicación desaparecieron. Miguel Triana en su libro “El jeroglífico Chibcha” reproduce incontables símbolos grabados o pintados en piedras. Es posible que ellos encierren narraciones indescifradas hasta hoy. 

    TEMPLO

      No tuvieron los Chibchas una noción monumental, sólida, de la arquitectura. Figura como excepción el templo de Sugamuxi, del cual los cronistas ponderan la elegancia del conjunto, la distribución y el lujo. Los palacios eran de numerosos aposentos, de amplios patios y cercados de gruesos maderos. Solían pintarse de rojo y adornarse con deslumbrantes láminas de oro. Los señores que los habitaban hacían gala de un lujo increíble y acumulaban tesoros cuantiosos. En las fiestas lucían zarcillos, brazaletes, gargantillas, cascos, pecheras, cinturones, mantos, cetros, coronas empedradas de esmeraldas. 

    CREENCIAS Y COSTUMBRES


      Para sus adoratorios se dirigían a las lagunas, allí encontraron el centro de su credo. Al sonido de alegres músicas danzaban a sus orillas, extendían los brazos, los levantaban, se postraban en devota actitud. Allí ofrecían a sus deidades suntuosas ofrendas de esmeraldas, de objetos de oro y de barro. Los momentos cumbres de su vida transcurrían ante ellas: el ruego por la buena suerte de los recién nacidos, la entrada a la pubertad, los enlaces matrimoniales. Un sacerdote o jaque, un cacique, antes de entrar en ejercicio de sus funciones, debían purificarse en sus aguas y no faltaban las personas que disponían como acto supremo que sus cuerpos, al morir, reposaran en el fondo.
      Creían que en el principio de los tiempos el mundo estaba sumergido en tinieblas. Un ser supremo retenía la luz y súbitamente empezó a emitir los primeros rayos y dio principio a la creación haciendo que unas aves negras surcasen los espacios repartiendo aire luminoso por sus picos. El mismo ser omnipotente creó el sol, la luna, las estrellas y todo cuanto existe. El sol o Sua y su esposa la luna o Chía, fueron objeto de rendida veneración. El primero era el padre de la vida y como tal regalaba alegría, fecundidad, bienestar. La luna con su pálida faz les inspiraba emoción sagrada, amor, encanto ante los fenómenos de la naturaleza. 

    LAS LEYES

      El pueblo Chibcha se movía dentro de una especie de monarquía férrea e implacable. Al zaque de Tunja no podía mirársele a la cara, a riesgos de sufrir tormentos. De su voluntad despótica dependían vidas, bienes y honor de sus subordinados. Suyo era el territorio, la fecundidad de las tierras y el trabajo de los hombres. Las leyes eran cortantes: el cacique de Guatavita aplicaba la pena de muerte a los asesinos, los ladrones, los perjuros, los ociosos y al soldado cobarde lo obligaba a vestir de mujer y a dedicarse a oficios propios de su sexo. Existía el derecho de propiedad privada y los bienes pasaban a los hijos y a las esposas, a excepción de los objetos de uso personal que eran enterrados con el cadáver del propietario. Uno de los zipas llamado Nemequene reinó siglos antes del descubrimiento y a él se atribuye un código o conjunto de leyes que los indios cumplían fielmente. El robo, la infidelidad y la mentira eran sancionados ejemplarmente. 

    LA VIVIENDA

      Los Chibchas no tuvieron construcciones monumentales. Tanto templos como habitaciones eran construidos de madera, bahareque, bejucos y paja, sin contar para nada con la piedra o el ladrillo. Las casas eran de forma cuadrada y redonda, cercadas artísticamente. Remataban en techo cónico y contaban con puertas y ventanas pequeñas. Los zipas y los zaques construían viviendas más cómodas y vistosas. En los huecos destinados a sostener la edificación introducían bellas doncellas vivas y descargaban sobre ellas los pesados pilares que las trituraban espantosamente. De las paredes y los cercados colgaban laminillas de oro que con el viento producían un fino timbre y en los pisos colocaban hermosas alfombras de paja o esparto. 

    SOCIEDAD

      La sociedad Chibcha tenía como base las familias agrupadas en clanes; varios clanes formaban una tribu y el conjunto de tribus se denominaba confederación. Las dos confederaciones principales eran las de Bacatá o Bogotá y Hunsa o Tunja. Los fundadores fueron el zipa Saguanmachica de la primera y el zaque Michua de la segunda. La sucesión del gobierno se hacía por la línea materna de manera que el nuevo soberano debía ser el hijo mayor de la hermana de la esposa preferida del jefe o el primogénito de su hermana. De aquí se deriva la importancia que para ellos tenía la mujer, hasta el punto de concluir que el régimen imperante era el del matriarcado. Aunque en las clases superiores el padre era señor absoluto (patriarcado) también la sucesión se realizaba por la línea femenina, como se dijo anteriormente.

    FAMILIA CHIBCHA

    Característica del territorio chibcha fue la altiplanicie, situada entre 1.700 y 2.000 m sobre el nivel del mar, que facilitó el trabajo de agricultura y el desplazamiento a través de sus zonas de dominio comercial y militar. Fue la más importante por su cultura y población. Las numerosas tribus de esta familia tenían en común su idioma y algunos oficios como la agricultura, la cerámica y el tejido de las mantas.